De lo que depende la sabiduría



De Milton H. Erickson se cuentan muchas cosas. Lo realmente importante hubiera sido conocerlo personalmente para no tener que hacer conjeturas. Pero, aun así, nadie garantiza que hubiéramos sido capaces de entenderlo en profundidad.
Dicen que el maestro aparece cuando el discípulo está preparado. Estar y compartir con un maestro en alguna rama del conocimiento es bueno, una extraordinaria ocasión para aprender sin intermediarios, que distorsionan las enseñanzas de éste. Lo más importante es, creo yo, tener o llevar el estado de conciencia apropiado para recibir apropiadamente aquello que el maestro nos esté enseñando. La clave para afrontar los retos de la vida diaria, en cualquier área de la experiencia humana es, sobre todo, tener el estado de conciencia apropiado según el contexto, lugar y personas con las que estemos interactuando.
La gran mayoría de las nuevas doctrinas, teorías o escuelas terapéuticas que abundan por ahí en los últimos tiempos son ‘flor de un día’. Todas coinciden en este error: no hablan, no enseñan nada acerca de cómo colocarse en el estado de conciencia apropiado. No enseñan sobre el ‘Nivel del Ser’ apropiado para situarnos en el estado de conciencia idóneo según el evento que estemos abordando. Sobre el importantísimo asunto del ‘Nivel del Ser’ nada sabe ni menciona la psicología ‘oficial’.
Hace ya muchas lunas, allá por los años 80, tuve la oportunidad en Yucatán de estar frente a una verdadera Maestra, una legítima Chaman. Después, en México DF, en su casa, me entrevisté con ella. Durante el día anterior y el día en que yo hablé con ella, había recibido a los representantes de decenas de asociaciones culturales (estudios esotéricos desde un punto de vista antropológico) de distintos países. Se había celebrado un Congreso Internacional de Antropología Maya en la Ciudad de Mérida.
Esta Maestra había ‘platicado’ con los representantes de todos los países participantes. Yo representaba a una asociación del País Vasco. Y por causalidades de la vida, me vi a solas con ella. ¡Magnífica oportunidad! Pensé: “Todo el tiempo para mí. No tengo que compartir el tiempo con nadie más, podré preguntarle todo lo que yo quiera…”. Allí estaba. Una Maestra con toda su sabiduría disponible para mí. Podía preguntar, pedirle que me explicara o enseñara o… o… ¿o qué?
Imaginemos que cualquier lego en la materia tiene ante sí a Albert Einstein. O tiene al mejor experto de física cuántica o, bueno, a algún sabio en la materia que uno investiga. ¿Qué preguntaríamos? Me vi estúpido, impotente; cualquier pregunta que se me ocurría me parecía absurda. Me di cuenta: sólo podemos preguntar y sólo se nos responde en función de la capacidad que tengamos. El Maestro nos responde en función del estado de conciencia y el ‘Nivel del Ser’ que tengamos.
Ocurrieron algunas cosas allí, pero ésa es otra historia. Lo bueno es que, años después y a medida que he ido madurando en mi nivel de comprensión, con las cosas que me han sucedido, he ido comprendiendo algunas de las cosas que hace tantos años me dijo la Maestra y entonces no llegué a comprender.
Por eso recalco la importancia de aprender a cambiar los estados de conciencia y ponerlos en el nivel de vibración que requiere cada evento, momento, lugar o situación que estemos afrontando. Hay estados apropiados y otros no apropiados. De eso depende la sabiduría.


1 comentario:

  1. Claro, al fin y al cabo, el verdadero maestro es uno mismo y cuando este uno preparado, es cuando llegara las revelaciones de cada cual.
    Tu lo has dicho. Pero para ello debemos caminar y caminar mucho, errar, intentar y probar. Como dicen los científicos…. ensayo y error, hasta encontrarnos y saber escuchar a nuestro ser interior (nuestro maestro).

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