Milagros a Lourdes

Tal vez por su tremenda ignorancia de la psicología o por la ignorancia también de lo que es y cómo es el estado hipnótico o trance, muchos practicantes de la hipnosis cometen un acto de irresponsabilidad tremenda si sencillamente cambian la conducta o hábito de una persona sin tener en cuenta la noción muy importante denominada “ganancia secundaria”.
Observemos atentamente la gran cantidad de vídeos que pululan por las redes. Hay irresponsables que pretenden mostrar que con una sola sesión hipnótica son capaces de solucionar problemas enquistados durante años y a lo largo de toda la vida en algunos casos.
Cualquier profesional de la psicología, psicoterapia o hipnoterapia sabe –o debería saber– que ese hábito o “problema”, aunque está complicando o limitando la vida del sujeto en cuestión, también está cumpliendo una función protectora o compensadora de algo. Y tener claro esto es fundamental a la hora de realizar terapia.

Debemos tener en cuenta que la conducta que alguien demuestra en un momento dado es la respuesta más apropiada que tiene en ese momento y contexto. Si se le ocurriera o tuviera otro recurso o forma de reaccionar diferente, lo haría. El sujeto toma lo que tiene o sabe en ese momento. Puede parecer desde fuera que esa conducta no es la más correcta o apropiada, pero el sujeto en esos momentos no puede ni sabe dar otra. Se puede contemplar que en el contexto en el cual una persona responde a las circunstancias y demandas de la vida, se compone de nueve partes de experiencia interna y una parte apenas de experiencia externa.
Sería inteligente que el profesional hipnoterapeuta, al ver que una conducta de su “paciente” no es la más apropiada, se dé cuenta de que es una señal que le indica que gran parte del contexto de la persona a la que trata de realizar terapia es algo que no está a su alcance, no está disponible en su experiencia sensorial inmediata.
Es decir, las respuestas o recursos disponibles en esos momentos no son los más apropiados para manejarse en el contexto o área donde tiene problemas (de relación, de respuesta o manejo de habilidades, etc.) Si fueran las más indicadas, obviamente estaría dando internamente las respuestas apropiadas y modificaría positivamente el exterior. Sabría solucionar su “problema” y no estaría donde el terapeuta buscando ayuda.
Esa persona que precisa ayuda puede tener ideas, creencias  acerca de ciertos comportamientos o conductas y cosas aprendidas en la infancia (programación infantil, códigos éticos o morales, ideas o dogmas religiosos, ideas políticas convertidas en puras ideologías análogas al fanatismo o dogmatismo religioso…). No responde desde un yo adulto y actual, responde desde “el modelo de aprendizaje” programado desde la niñez, papá, mamá, eventos históricos, etcétera.
En la mayoría de los casos esa representación interna está enteramente fuera de la conciencia actual. Alguien puede querer adelgazar y lo consigue por periodos. Luego vuelve a ganar el peso perdido y entra de nuevo en conflicto continuo. Así se pasa su vida adelgazando y engordando con la creciente angustia y ansiedad, sentimiento de culpabilidad, frustración y demás componentes psicosomáticos dañinos para la salud de las personas obesas.
El profesional competente pronto se da cuenta de que hay una parte que “tiene ganancias secundarias al mantenerse gorda”.
Hace años trabajé con una persona que quería adelgazar. Durante casi toda su vida había estado muy obesa y no había tenido problema alguno con su autoimagen, no le importaba. Pero al plantearse profundizar en una relación sentimental que había iniciado, salieron las preocupaciones por cómo aceptaría la otra persona su cuerpo. Comenzamos a trabajar con la hipnosis. Recordó (había amnesia protectora) que durante su etapa escolar, unos diez u once años, unos compañeros de colegio mayores habían abusado sexualmente de ella con el consiguiente efecto traumatizante. Al parecer, estaba más desarrollada de lo habitual en esa edad… los delincuentes juveniles que abusaron de ella y la amenazaron si contaba algo al profesorado o dirección del centro. Resultado: mecanismo protector inconsciente que actúa creando una “amnesia protectora” y queda una idea clara también a nivel de mecanismos inconscientes, porque:
 “Crecer, estar delgada y atractiva es peligroso, atraigo al macho o violador… Del hombre hay que defenderse para que no te agreda sexualmente. ¿Qué hacer para protegerme?... ¡Engordar!, no estar atractiva sexualmente y así no atraigo ni corro el riesgo de que me agredan sexualmente de nuevo”.
Durante años esa estrategia “o ganancias secundarias” le había servido, había evitado compromisos y se había sentido a salvo de algún depredador masculino sexual. Si es cierto que a nivel inconsciente no hay pasado ni futuro, si es cierto que todo es un permanente presente, en el presente de su vida está latente ese mecanismo protector y, por lo tanto, no actúa desde un yo adulto y con recursos y experiencia, actúa desde el modelo de aprendizaje; es decir, esa niña traumatizada está constantemente presente y aflora en cada momento o situación en que se reviva la experiencia original del hecho traumatizante.
A la “ganancia secundaria” de esta persona hubo que darle otra opción que compensara lo mismo y que además fuera más saludable y apropiada para el presente. Pero, de ningún modo, pudo ser una sola sesión “para simplemente estar más delgada”.
La hipnoterapia es un arte, un desarrollo de la inteligencia creativa del inconsciente y pasa por supuesto por la lógica y el sentido común. Al parecer, para irresponsables al uso es el menos común de sus sentidos.
¿On line, una sola sesión?, si buscáis milagros, mejor Lourdes.
La hipnoterapia es una cosa más seria que todo eso.

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