Nostalgia



Atardece ya en el horizonte sangrante y azul. Todo el día ha transcurrido muy rápido, ha pasado casi sin darme cuenta. Para los de cierta edad el paso del tiempo se hace veloz… como me decía un amigo mexicano, aquí pasan las nubes por el cielo a toda velocidad.
Y el mismo tiempo es para los jóvenes más lento con horas y momentos más densos, con minutos que se alargan, mientras que esos mismos minutos son apenas segundos para los mayores como yo.
El día ha transcurrido. El sol ha sido generoso, sus dulces caricias intentaban impregnar de energía nuestro cuerpo, vaso sagrado de la vida. Si el Sol se apaga, aunque sea unos grados… seguro que hay conmoción en el universo conocido: el Desconocido es eso, el Agnostos Theo que decían los griegos, que eran gente muy sabia. Todo involuciona y degenera. Las antiguas civilizaciones lo evidencian con la situación actual de sus culturas: los egipcios... ¿qué son ahora?; ¿y los griegos?,  ¿y nosotros mismos?
Yo mismo, sin ir más lejos (que me canso) era joven y más o menos atlético. Lo aseguro, fui joven y podía estar corriendo a moderada velocidad casi dos horas… bueno, exagero un poco, los mayores lo hacemos siempre, ¿qué pasa?
Si queréis, os cuento mi época de militar, cuando hice la mili… y conocí personalmente al médico personal del invicto Caudillo. ¿Qué les parece? Tranquilos, no lo haré aunque esa es otra historia muy enriquecedora y llena de apasionantes recuerdos para mí. Ahora soy un pozo de sabiduría (¿fatuo orgullo, megalomanía, vanidad… qué va, ¿soy un sabio?). Comparativamente con el “yo mismo” de hace 10, 20, 40 o 60 años… pero no era de esto de lo que quería hablaros. Bueno, no quiero hablar de nada, solo pienso y recuerdo en voz alta… Es la edad, paranoia o psicosis no peligrosa, paranoia seguro… 
Me vienen viejos y siempre presentes recuerdos, imágenes en movimiento, sonidos y trinar de pájaros. La mañana y sus fresca brisa se enseñorea del presente, queriendo hacer suyo todo el día por venir, atraerlo. “Ven, dice altanera, aquí estoy, esparzo la brisa”, y el aire límpido de la mañana da la bienvenida entrando sin pudor en nuestra intimidad pulmonar.
Miro y siento, estoy rodeado de viñedos y olivos y veo que los matorrales separan zonas sembradas de otras verdes y floridas, el rojo sangre de las amapolas y otras flores silvestres excitan el paisaje, llenándolo de sangre y vida, como la que corre por mis venas en esos momentos y en la de mis fieles amigos que corretean cerca de mi… Camino… oteo el horizonte y, en mi arrogancia experimentada, intento abarcar el espacio… ese horizonte tras los montes que se alzan indolentes. El azul del cielo… (es mentira, el cielo no existe, avisados quedáis….) y una voz al teléfono me corta este momento que a mí se me antoja poético o por lo menos nostálgico, para decirme que acaban de romperme un faro del coche… Ha sido un joven con alguna capucha (tapando su rostro intentando ocultar su cobardía, pero no de sí mismo), en un acto “heroico y civilizado” ha descargado su rabia y frustración sobre un pobre coche, el mío, manso y educado, que estaba dócilmente aparcado. Aparcado y, además, que no se ha metido nunca con nadie. Lastima de joven y qué vergüenza para los padres o progenitores que han traído algo así al mundo ¿Esto es lo único que han sabido enseñarle? ¿Este pobre naufrago de la vida es lo único que sabe hacer? 
Pero yo me disocio de este evento, “soy un maestro de la mente”. Estoy ubicado en otro contenido mental y emocional. Hace años… en Nalda, La Rioja, … estoy en ese paisaje mañanero donde ya florecen los almendros en flor… ¡Qué cosa más bonita! Y voy con mis perros Tyson y Tingüaro, que corretean alegremente… husmean, corren y brincan. Es su paseo matutino. Los saco a pasear, ¿o son ellos los que me sacan a mí? Quiero abrazarlos con mi mirada. Pero veo que es poco, eso pienso… quiero poner la emoción y el sentimiento que todo lo contiene y todo lo llena.
Mis pensamientos van y vienen, pienso en otros contenidos, se suscitan otras emociones… Mi mente de maestro sigue comportándose como la de un vulgar y corriente individuo; va y viene, se fracciona, salta de un recuerdo a otro… En algún momento consigo centrarme por un momento, no sé ¿cuatro minutos? o tal vez tres, pongamos uno o dos… vale, no vamos a discutir, un minuto escaso... Algún día, en algún momento, pienso, esto ya no estará, no será… Mis perros no estarán, los buscaré con la mirada pero el espacio estará vacío de sus formas… buscaré y hasta necesitaré de su presencia, pero mis manos intentaran sentir la consistencia de sus cuerpos en vano. Buscando esas caricias con las que compartíamos tiempo, inocencia del momento y complicidad instintiva que no necesita de razonamientos inútiles.
Algo muy rígido y fuerte, muy familiar para mí, un puño, surge desde dentro de mí mismo… mi alma puramente animal. Es como un vacío, un agujero negro insondable que, desde dentro, me aprieta despertando la angustia, un suave dolor de tristeza. Hay muchos dolores de muchos tipos… me quedo parado, respiro y me digo:
“No te entristezcas porque terminó, ya pasó, porque se fueron y están ausentes…¡no!... alégrate porque sucedió…estuvieron y tuviste la dicha de compartir momentos y momentos con dos fieles amigos. Sí, alégrate porque pasó y no te pongas triste porque terminó. Nunca discutieron contigo, te aceptaban como eras y lo que eres… si estabas triste, te consolaban; si alegre, jugaban contigo”.
Y, cuando, más de una vez de madrugada, regresando de algún programa de radio o de TV compartido con aquel entrañable amigo bilbaíno Xabier Azpitarte , a aquel frío habitáculo de la calle El Pez de la capital de las Españas, cuando llegaba a aquella sombría estancia… mi fiel Tingüaro salía a recibirme. Llenando el momento de calor y presente. “¡Esto es lo que hay! Vale, alguien se alegra de verme, no todo está acabado todavía”, pensaba. Así, el resto de la noche transcurría apacible… Hasta el madrugar fresco y esperanzador tenía otro sentido y otras posibilidades.
Hoy solo puedo evocar y ser consciente de lo afortunado que fui. Y si, como dice la canción, hay un cielo para los buenos perros, por ahí estarán mis fieles amigos, ladrando y husmeando…
Ladrando y husmeando…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Lo más visto de este blog