El eterno retorno...


PRIMAVERA, VERANO, OTOÑO, INVIERNO Y PRIMAVERA
Puede ser como cerrar el círculo para volver a dar una vuelta y reencontrarnos con nosotros mismos, nuestros actos y sus consecuencias. Primavera, verano, otoño, invierno y primavera de nuevo y… el Eterno Retorno se reproduce a sí mismo por los siglos de los siglos.
Esto que es observable sin demasiado esfuerzo. ¿Quién es consciente de este fenómeno? No digo quién piensa alguna vez, ¡NO!… digo ¿Quién llega a ser consciente de lo efímero de la vida, del tiempo, del nacer y morir?
Quien se hace realmente consciente muestra tal vez una magnífica oportunidad para darse cuenta de que todo está sometido al eterno retorno. Todo nace, crece, evoluciona, decrece, involuciona y, al final, muere…Y si seguimos el decurso de la naturaleza, al menos aquello que podemos percibir con los sentidos de percepción sensoriales, todo renace, las cuatro estaciones y sus fenómenos propios; la semilla plantada crece… y vuelve a florecer, luego muere pero queda algo, el embrión de lo que será una futura planta, árbol.
Se dice que en la naturaleza, la energía ni se crea ni se destruye, simplemente se transforma. Es decir, desde este punto de vista o enfoque psicológico, somos inmortales. Somos apenas un deseo en las gónadas y ovarios de papá y mamá… luego formamos un embrión; espermatozoide y un óvulo y luego… bueno ya sabemos más o menos cómo sigue la historia…
Como decía el sabio griego Horacio
“Cuando yo muera, no moriré del todo, algo de mí me sobrevivirá”.
Jung nos advierte de que al morir no todo desaparece, sino que se proyecta una especie de arquetipo. ¿Algo así como un chip electrónico? Y éste contiene en esencia las experiencias vividas.
“Cada uno de nosotros se enfrenta con un misterio. Nacemos en este universo, crecemos, trabajamos, jugamos, nos enamoramos y, al final de nuestras vidas, afrontamos la muerte. Pero en medio de toda esta actividad, se nos presentan constantemente una serie de preguntas abrumadoras: ¿cuál es la naturaleza del universo y cuál es nuestra posición en él? ¿Qué significa el universo? ¿Cuál es su propósito? ¿Quiénes somos y cuál es el significado de nuestras vidas?”.
Siria Grandet nos dice:
“Todos aprendemos de todos. Todas las personas que se han cruzado en nuestro camino son nuestros maestros y a la vez nosotros de ellos, no lo dudes... nada es casualidad, solo son experiencias que tenemos que vivir y aprender; si no aprendemos de ello, lo volveremos a vivir una y otra vez hasta que seamos conscientes de la enseñanza que hay en cada situación que se nos presenta”.
En este orden de ideas en que nos movemos en el presente blog, se denominan almas viejas aquellas con las que nos hemos reencontrado muchas veces para compartir diferentes experiencias y según los estados de conciencia que tengamos en cada momento y situación.
Se relaciona directamente con la idea del Karma –causa y efecto, acción y consecuencias–; nadie elige nada por sí mismo, eso supondría ser conscientes, tener cierto porcentaje o nivel superior de conciencia despierto.
Miro y veo a mi alrededor gente dormida y mecánica, llena de ideas, creencias y enamorada de sí misma. Además de mitómanos, soberbios y megalómanos, poco más alcanzo a ver. No digo que no existan, probablemente los haya, pero yo no los conozco. ¡Y cuando me miro en el espejo directamente, menos aún!
Almas viejas son aquellas que han encarnado (no es reencarnación) muchas veces, que vienen una y otra vez al mundo de las formas para vivenciar aquello que deben experimentar.
Se supone que un alma vieja es la que ha pasado muchas veces por esta existencia material y psicológica.
“Si alguno de los animales (a los que ‘ingenuamente’ maltrató el niño dificultándoles el andar al atarles una piedra) muere, llevarás esa piedra en tu corazón para siempre”, le dice el monje al niño cuando lo castiga por este acto atándole también una piedra en la espalda, y dibujando con esto la silueta del karma que tendrá que purificar más tarde.
Publicado en la revista Butaca Sanmarquina, 2006.

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