Trauma: del vientre materno a la catarsis (I)

"Sólo uno mismo conoce la verdad
 sobre su propia historia,
 que sigue guardada
en su memoria celular".
Peter Bourquin

¿Qué somos, qué nos pasa, por qué nos pasa, cómo nos condiciona? 
¿Cómo reaccionamos ante lo que nos pasa? 
Cuando sufrimos un gran shock, en especial en la infancia, se genera un conflicto (trauma) que queda grabado en nuestro inconsciente. El cerebro lo va a guardar, como un programa informático instalado en un ordenador, en la memoria celular, donde permanecerá si no se resuelve o libera esa energía reprimida mediante la oportuna abreacción (exteriorización de los contenidos causantes del miedo, vergüenza, terror, angustia, rabia o sensación de pérdida de la vida, etcétera).

Nuestra vida diaria se procesará entonces en función de ese trauma o huella mnémica, huella de creencias limitantes que se alimentan de nuestros miedos o creencias almacenadas y grabadas a nivel inconsciente. Paradójicamente esto será así aunque a nivel consciente la persona no sepa o no recuerde dichos eventos traumatizantes. La mente consciente lo puede olvidar por efecto de una amnesia protectora, generada por el mismo inconsciente como mecanismo protector. 
Muchos de estos traumas se desarrollan durante eventos primarios de nuestras vidas, desde el vientre materno. Por ejemplo, los propios miedos, angustia y ansiedad de la madre son trasladados al feto y éste queda impregnado de esas sustancias químicas, verdadero veneno para la persona que va a nacer. Las sustancias que circulan por el torrente sanguíneo de la madre llegan al feto vía cordón umbilical, y dichas sustancias pueden ser adrenalina, noradrenalina (catecolaminas), cortisol o encefalina cuando la mujer gestante vive episodios de estrés, pérdidas emocionales, miedo al aborto u otras dificultades psicológicas. El cuerpo del bebé recibe todo eso de forma directa y reacciona, interpretando y memorizando a nivel celular. 
Algunos expertos afirman que, en determinados momentos de especial crisis emocional, puede darse una paralización de procesos de la gestación para afrontar el hecho traumático o estresante vivido por la madre. No se trata de suposiciones, sino que se han llegado a observar marcas dentales a nivel microscópico relacionadas con traumas de la madre en el embarazo. 

El doctor Thomas Verny, psiquiatra canadiense autor del libro 'La vida secreta del niño antes de nacer', nos dice: 
"El amor de una madre hacia su hijo/a, las ideas que se forma de él, la riqueza de comunicación que establece con él, tienen una influencia determinante sobre su desarrollo físico, sobre las líneas de fuerza de su personalidad y sobre sus predisposiciones de carácter".
 Tesa Rodríguez, terapeuta de Gestalt en Aqua Aura, lo explica de una forma excelente en su blog
Desde el mismo instante en que dos cigotos se unen, el embrión es consciente de su existencia en el plano físico. Primeramente los impactos de información llegan a él, a través de las vibraciones que recorren el cuerpo de la madre, los movimientos de sus órganos internos y junto a ellos una cascada bioquímica que a medida que se van desarrollando sus órganos físicos de percepción, le servirán para enriquecer aún más el mapa del mundo que le rodea. Un mar de líquido amniótico cargado de nutrientes, en un abrazo protector del útero. El bebé sí es consciente de todo lo que vive la madre y “pasa” una memoria a su mundo intrauterino, marcando así una tendencia emocional y de actuar del futuro individuo. A esto lo podemos llamar memorias prenatales y de nacimiento, las cuales son la base de muchos de los miedos, casi el 90% de los cuales son derivados de esas experiencias intrauterinas y perinatales del bebé. Podemos afirmar que el ser humano es un ser integral desde el inicio de la vida, desde que el espermatozoide se une con el óvulo y se inicia la eclosión celular. Han dado fe de ello en las últimas décadas un sinfín de terapias y corrientes psicológicas, donde se ha puesto de manifiesta el daño emocional, el dolor profundo que se ha generado en la persona, sólo por no saber que el bebé es sensible y consciente, guardando en su memoria celular toda la información recogida desde el minuto cero, incluso se han podido constatar mediante experiencias regresivas que los factores sociales, familiares y personales de los futuros padres también influyen, ya que la madre registra bioquímicamente y secularmente sus vivencias, creando una memoria o somatización de lo propio, que será pasado como parte del legado biológico al futuro bebé, tal como lo hemos ejemplificado anteriormente.
De modo que el trauma queda grabado a fuego incluso desde el vientre materno.
Sobre cómo afrontarlo y el papel de la hipnosis... en la siguiente entrada de este blog.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Lo más visto de este blog