Aprendiendo a pescar (II)

Me vienen a la mente ciertos ritos y parece que cada persona necesitara su propia terapia particular: unos yendo a orar descalzos ante el santo de su pueblo o virgen milagrosa; otros yendo misa vespertina; otros con pastillas y fármacos a porrillo.
Los de más allá con nuevas y descodificadoras-neuro-biologías-quánticas restablecedoras del código genético y demás curas milagrosas, revestida de un cientifismo apto para mentes crédulas y necesitadas de una fórmula que cura todo, del todo y para toda la vida.

Es decir, la mayoría busca varitas mágicas, que se lo den todo hecho. Si tienes un orzuelo en la nariz es por... meter las narices donde no debes, deja de hacerlo se acabó el problema. ¡Ah!, y si tienes lumbalgia, es por que siempre estás criticando a... Y digo yo, aunque eso fuera cierto, si no lo descubro yo por mí mismo (el terapeuta solo debe orientar, acompañar, enseñar...) a través de un profundo hipnoanálisis, ¿me servirá para algo que otro me lo diga y me lo de tan "mascado"?
Al paciente, dale herramientas, indícale un mapa, dale orientaciones y permítele explorar varios senderos. Así le enriqueces y le dotas de variadas herramientas para que utilice aquellas que mejor sepa manejar. Al final, llegará a donde mejor le permita conseguir sus objetivos. Enséñale a confiar en sí mismo/a, instrúyele en los funcionalismos de su mente. Que aprenda a distinguir cómo interactúan su mente consciente y su mente inconsciente. Enséñale qué hacer y cómo hacerlo, el resultado no se lo des tú, tú no lo sabes realmente. Solo teorizas. Que saque él sus propias conclusiones.
Al fin y al cabo, él sabe más que tú de sus verdaderos problemas. Así de paso le estás capacitando para que aprenda a manejar su mente y sus habilidades. Es decir, le habrás enseñado a pescar, a ser autónomo. Independiente.
[Continúa en Aprendiendo a pescar (y III)]

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Lo más visto de este blog