Sobre la reencarnación (III)


Cuervos


(Continúa de anterior entrada en este blog).

Quien comienza a investigar con las técnicas o métodos de la regresión a vidas pasadas, aborda directamente los aspectos de nuestra relación con el proceso de la vida en general y, sobre todo, con nuestra vida en particular. Así exploramos y ésta es la cuestión principal: nuestra relación con la propia identidad personal y el eterno problema de la meta existencial, tal como vamos asistiendo a su desarrollo.
Es en el día a día, donde damos la medida de nuestro nivel de compromiso y nuestro propósito de desarrollo personal. Esta práctica, desde muchos puntos de vista, brinda un camino a quienes desean hallar su propia profundidad natural y una forma de autorrevelación que añade una nueva dimensión al proceso terapéutico. El experimentador, el que lo vive, físicamente, emocional y mentalmente —y por lo tanto no necesita creer— da un sentido a su existencia (orientado y derivado de la imágenes de vidas anteriores) que consiste en hacernos ver que todos nosotros, queramos o no reconocerlo, nos movemos en un terreno ecológico-espiritual que da cuerpo a nuestro sentido de lo humano.
¿Quiénes somos? ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Por qué y para qué existo?

“Triste es la existencia del que vive sin encontrar el motivo  de su vida”. 
El desarrollo de un intensivo sobre regresiones y sus usos terapéuticos va más allá de la simple curiosidad o deseo de experimentar posibles vidas anteriores o, incluso, el poder liberador de la regresión. Abarca por extensión de la propia práctica experiencial: ¿Cuál es la meta de nuestra existencia?, ¿cuál es la cuestión de nuestra identidad personal?, ¿cuál es nuestra relación con el proceso de la vida?
El intensivo que vamos a realizar en septiembre debe aportar un camino de profundidad natural, una forma de autorrevelación y una nueva dimensión al proceso terapéutico. Sí, pero esto no se consigue por un simple curso de varios días y un número determinado de horas dedicadas a la meditación regresiva. No se consigue simplemente por leer todos los libros publicados y todos los documentales divulgados sobre regresiones. No importa tampoco que el que imparte el curso sea un eminente y famoso médico o clínico.
Lo importante es la actitud, el nivel de compromiso que cada uno tengamos sobre nuestra relación con la búsqueda interior. Nuestra firme y decidida voluntad dirigida a la práctica diaria sobre el método y sus resultados. Es una necesidad tan grande de encontrar respuestas internas a aquello que externamente a veces nos angustia, nos trastoca y nos duele en el alma tanta incertidumbre, tanta duda y tanta ignorancia.
¿Y cómo saber que esto no es psicopatológico? Es muy fácil: no obstante lo dicho, la persona motivada por esta búsqueda interior es un magnifico ciudadano, buen padre o madre, buen vecino, trabaja y no es amigo de lo ajeno, lleva una vida ordenada y actúa desde el yo adulto y no desde miedos, frustraciones y experiencia negativas de la niñez, integra todas sus experiencias, se reencuentra consigo mismo, ilumina su lado oscuro, saluda y da la bienvenida a los fantasmas que deambulan por su propia su sombra, los abraza, le sonríe y no tiene miedo de sacarlos a la luz de la conciencia. Es aquel que no se autoengaña, simplemente sabe que:
“No nos iluminamos más imaginando figuras de luz, sino arrojando la luz de la conciencia sobre el propio lado oscuro”. 

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