¿Nos hemos preguntado alguna vez por qué hay personas que consiguen los objetivos que se proponen sin necesidad de acudir a ningún especialista, con unas pocas nociones y sin ayuda profesional?
Me refiero al logro de objetivos tan dispares y complejos como adelgazar, dejar de fumar, abandonar hábitos perniciosos que merman nuestra calidad de vida, vivir sin que la ansiedad y el estrés estén presentes en nuestro ritmo diario, sacar adelante algún proyecto de trabajo o deportivo, etcétera.
Y, sin embargo, otras personas no son capaces de conseguirlo por sí mismas a pesar de haberlo intentado una y otra vez.
La mente inconsciente representa entonces la fuente de donde se nutren la conciencia y la voluntad dirigidas hacia la resolución de problemas y hacia la formalización de nuevos objetivos.
Se optimiza un nuevo reencuadre para aprender a pensar, sentir y actuar de forma consecuente con el nuevo proyecto de evolución personal.
Si logramos esto, nos convertimos en personas con expectativas y pensamientos positivos y asertivos, somos en ese momento generadores de una nueva actitud más positiva y saludable, puesto que ya no nos dejamos llevar por pautas y comportamientos de pesimismo, abandono o lástima de nosotros/as mismos/as. Dejamos atrás cualquier componente depresivo y estamos dispuestos a embarcarnos en el proceso de autoconocimiento interno.
Negarse a este reencuadre, a este aprender a pensar, sentir y actuar, supone en la práctica abonarse al fracaso desde el momento en que tendremos una tendencia lógica a abandonarnos, a no luchar, a confiar exclusivamente en el clínico cuando nos ataque la tristeza, el dolor o la angustia.
En esos casos, cometemos el error de buscar el socorro fuera, sin ser conscientes de que, la mayoría de las veces, el consuelo y la curación a nuestras dolencias (bien sean estas físicas o psicológicas) está en nuestro interior.
El clínico, cuando es requerido para ello, hará su labor médica, pero cada persona debe implicarse también en su propia sanación y explorar cuáles son las posibles causas que nos han llevado a enfermar o a tener determinados miedos, fobias, etcétera.
Hay personas dotadas de una inteligencia y lucidez mental tan despierta que les permite colocarse en una altura de miras tan alta que les capacita para poder llevar a cabo la consecución de sus objetivos sin necesidad de ayuda externa.
Sin embargo, pese a que los recursos son innatos e inherentes a cualquier ser humano y se encuentran en toda persona, en la mayoría de casos no sabemos cómo hacer que emerjan para utilizarlos en nuestro propio beneficio.
Las técnicas utilizadas en el abordaje terapéutico en hipnosis ponen a nuestro alcance toda una amplia metodología de modelos y estrategias conducentes a generar y reforzar nuestros recursos internos.
Y esta es la clave de toda mi labor profesional. Estas técnicas hipnóticas aplicadas a la terapia despiertan las potencialidades de cada persona, para que podamos por nosotros/as mismos/as, ante un amplio abanico de situaciones problemáticas, resolverlas con facilidad y en un breve periodo de tiempo, obteniendo los mejores resultados a la hora de conseguir nuestros objetivos.
La hipnosis es un medio (técnica o metodología) que nos brinda poder tener más control de nuestras experiencias.
Nos permite descubrir habilidades y recursos en nosotros/as mismos/as a fin de mejorar la calidad de nuestra vida.
Sobre todo porque la calidad de vida es más bien un hábito mental.
Al igual que cualquier técnica o conocimiento intelectual, material o de superación personal, la hipnosis en terapia requiere de su tiempo y contexto apropiado. Ése debería ser nuestro compromiso para con nosotros/as mismos/as.
Dicho de otro modo, darnos lo que merecemos y vivir en función de nuestras verdaderas potencialidades bio-psico-socio-espirituales.
Si no lo hacemos estaremos viviendo por debajo de nuestras posibilidades, por debajo de nuestras verdaderas capacidades.
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