Foto de Fco. Oliveira (www.flickr.com). |
En entradas anteriores de este blog he escrito sobre el concepto teórico de la mente-ordenador. Así que, del mismo modo que sustituimos o actualizamos un programa informático, se podría obtener cambios positivos con relativa facilidad en el funcionamiento cerebral.
Más exactamente, podríamos obtener mejoras inmediatas en el modo en que pensamos, sentimos, actuamos y nos relacionamos con el mundo; tanto el exterior (cosas, personas), como con nuestras interior (emociones, sentimientos y pensamientos).
Un nuevo programa hace que mejoremos y optimicemos los tres tipos básicos de relaciones que el ser humano mantiene:
1. Relación con su cuerpo físico: comida, higiene, cuidados…
2. Relación con los demás: familia, amigos, sociedad…
3. La relación más importante y que condiciona las dos anteriores: la relación consigo mismo, ésta es la relación más intima.
Conviene, por tanto, hacerse siempre tres preguntas:
¿Cómo te relacionas con tu cuerpo?
¿Cómo te interrelacionas con los otros?
¿Cómo te relacionas contigo mismo?
El ejemplo del ordenador como modelo del cerebro humano nos ayuda a comprender por qué cambiar una conducta o hábito, incluso cuando es perjudicial para la salud como el tabaco, nos resulta muchas veces tan difícil.
Por lo general, intentamos cambiar un hábito (dejar de fumar, beber o comer en exceso por ejemplo) a base de pura voluntad. Deseándolo y con una vaga esperanza de poder conseguirlo.
La mente consciente formula el propósito de adelgazar y cambiar de régimen alimenticio a partir del año nuevo después de los atracones de navidad.
Luego pasan los meses y no solo no adelgazamos, sino que engordamos más y mantenemos el mismo tipo de hábitos sedentarios. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué no somos capaces de llevar a buen término un propósito que nos hacemos conscientemente y con toda seriedad en un momento dado?
De entrada diremos que simplemente es porque no hemos tenido en cuenta los intereses de la mente inconsciente.
¿Cómo interactúan tu consciente y tu inconsciente?
Ésta, la mente inconsciente, no ha sido informada del propósito de cambio de la mente consciente. Y como el inconsciente tiene más contenidos y de más peso que el consciente, al final hacemos y nos comportamos en función de los programas y demás funcionalismos almacenados en dicho inconsciente.
De nada sirve enfadarse o introducir una y otra vez las mismas antiguas instrucciones desde el consciente.
Si queremos un verdadero cambio positivo y saludable, debemos aprender a introducir nuevas instrucciones a nuestros programas, exactamente donde sean necesarias. En resumen: hay programas que no debemos cambiar, pero otros programas obsoletos sí deben ser cambiados.
Debemos analizar y aprender de nuestras resistencias al cambio: las actitudes y esquemas mentales, los hábitos adquiridos que seguimos manteniendo aunque nos perjudiquen.
Después de esta reflexión un tanto general, aquí os vuelvo a dejar un ejercicio práctico de reprogramación.
No es más que una grabación para empezar a trabajar en una nueva programación interior. Lo más aconsejable es que os pongáis en manos de algún profesional. Ya sabéis que tenéis las puertas de mi gabinete siempre abiertas.
Gracias Horacio, este ejercicio lo necesito, Feliz año nuevo!!!
ResponderEliminar¡Gracias!
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